jueves, 5 de marzo de 2015

BLANCA COMO LA NIEVE, ROJA COMO LA SANGRE.


Leo vive en pleno torbellino de la adolescencia. Un universo en clave en el que irrumpe un nuevo profesor, un verdadero soñador, que pone a prueba a sus alumnos y les obliga a plantearse preguntas acerca de la vida y de sus propios sueños. Preguntas que a Leo le cuesta responder, pero que le acercan poco a poco al incomprensible y lejano mundo de los adultos.
Además, Leo tiene un enemigo al que teme: el color blanco. Porque para Leo todas las emociones tiene un color, y el blanco es la ausencia, la soledad y la pérdida. El azul es el color de la amistad, y es el color de los ojos de Silvia, su mejor amiga, leal y serena, y su apoyo constante. El rojo, en cambio, es el color del amor, de la pasión, de la sangre; rojo es el color de los cabellos de Beatrice. Porque Leo ahora ya tiene un sueño, y se llama Beatrice, aunque ella todavía no lo sabe.

Cuando Leo descubre que Beatrice está enferma y que su enfermedad está relacionada con ese blanco que tanto le asusta, deberá buscar dentro de sí mismo, sangrar y renacer para entender que los sueños no tienen fin y que siempre hay que encontrar el coraje para creer en algo más grande.

Siempre me he preguntado por qué el amor y la sangre son del mismo color. Ahora ya lo sé.

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